Durante el mes de oración musulmán del Ramadán, los cristianos convertidos en algunas naciones islámicas que ya no viven su fe musulmana son más fáciles de detectar.
Hay una mayor presión para los cristianos que viven su fe en secreto y un mayor riesgo de que se descubra su nueva fe. Si eso sucede, su familia o comunidad puede intentar matarlos.
“Antes de encontrar a Cristo, vivía con mis padres musulmanes y mi familia en un pueblo en el Cuerno de África. Éramos agricultores a pequeña escala como la mayoría de las personas en mi área”.
Ex musulmán pierde su brazo por seguir a Cristo
“Luego conocí a algunos cristianos que me hablaron de Jesús. Siempre he sido inquisitivo y quería saber más. Entonces, visité a esos cristianos unas cuantas veces. Me atrajo su amor por Dios y por otras personas. Decidí que su religión era la fe verdadera. Me bauticé y cuando me casé, mi esposa me siguió en la fe”.
Este testimonio es de Abda, un cristiano converso que eligió seguir a Cristo, a pesar del peligro real proveniente de grupos de musulmanes radicales en su comunidad.
La familia y los parientes de Abda sabían de su nueva religión, pero le dijeron que ocultara su fe tanto como fuera posible. No les gustó la decisión de él y su esposa de hacerse cristianos, pero les permitieron seguir viviendo en su área.
Alabando a Dios en secreto
Como los cristianos no pueden reunirse abiertamente y allí no hay iglesias, Abda y su esposa tuvieron que organizar sus reuniones con otros cristianos en secreto.
Se reunían en las casas de los demás para escuchar juntos programas de radio o para tener estudios bíblicos. A menudo cambiaban los lugares y los horarios de sus reuniones para que no los atraparan.
«Algunos musulmanes radicales pronto se enteraron de mi conversión. Comenzaron a seguirme en secreto a lugares de compañerismo cristiano. Incluso me filmaron», comparte Abda con la organización benéfica cristiana Open Doors.
Emboscada
“Un día me tendieron una trampa. Mientras estaba con otros cristianos en mi casa, esos radicales nos atacaron. Ahuyentaron a los otros cristianos y luego comenzaron a golpearme. Pensaron que yo era el líder de ese grupo, porque la reunión fue en mi casa. Dijeron que no querían esta religión extranjera en su pueblo. Me dieron por muerto”.
Abda recuperó el conocimiento dos días después y se encontró en una clínica local. Sus parientes lo habían llevado allí. Los radicales le habían dañado tanto el brazo que tuvieron que amputarlo.
«Tenía miedo de que mi vida ahora fuera aún más difícil porque con un solo brazo no podría cultivar y proporcionar suficiente comida a mi familia», dijo Abda.
Encontré la felicidad
Aunque su familia lo cuidó cuando fue atacado, lo evitaron a él y a su esposa. Eso significaba que nadie de su aldea o familia ayudaría al hombre discapacitado en nada. Pero no todas las puertas estaban cerradas.
Open Doors, se puso en contacto con Abda y les entregó animales para apoyar su ganadería. La pareja pudo cuidar de sí mismos y ganarse la vida.
«Ya no necesito ser un cristiano en secreto, ya que ahora todo el mundo conoce mi fe. Y ya he sacrificado mi brazo por Cristo, así que no creo que la vida pueda volverse más difícil de lo que ya es», dice Abda.
«Camino abiertamente a lugares donde los ociosos se sientan y les hablo de la felicidad que encontré en Cristo», informó Christian Today.
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